En un lugar como Nueva Zelanda te puedes encontrar una palmera tan espectacular como lo es la Rhopalostylis sapida. Puede que tenga un crecimiento terriblemente lento, incluso algo más que el que tienen otras especies, pero es tan bonita que hasta el plantón más joven te sirve para decorar el hogar o el jardín.
Sin embargo, su cultivo a menudo presenta algunas complicaciones a las que hay que saber anticiparse, puesto que el más mínimo error puede suponer el final de esta magnífica palmera. Si tú quieres aprender a cuidarla como necesita, leete esta ficha.
¿Cómo es?
Taxonomía
- Reino: Plantae
- División: Magnoliophyta
- Clase: Liliopsida
- Subclase: Commelinidae
- Orden: Arecales
- Familia: Arecaceae
- Subfamilia: Arecoideae
- Tribu: Areceae
- Subtribu: Archontophoenicinae
- Género: Rhopalostylis
- Especie: Rhopalostylis sapida
Rhopalostylis sapida es el nombre científico de una especie de palmera nativa de Nueva Zelanda que fue descrita por Hermann Wendland (1825-1903) y Carl George Oscar Drude (1852-1933) y publicado en Les Palmiers. Recibe el nombre común Palmera de Nikau.
Características
Se trata de una palmera unicaule, es decir, de un sólo tronco que alcanza una altura de hasta 15 metros. Dicho tronco es más bien delgado, de unos 20cm, y está coronado por hojas pinnadas de hasta 3 metros de largo que se desarrollan de manera erguida. Las flores se agrupan en inflorescencias multiramificadas de 2 a 4dm de longitud. El fruto es elíptico u oblongo, de color rojo al madurar, algo que pueden tardar hasta un año en hacer.
¿Qué cuidados especiales necesita para vivir?
Esta es una palmerita muy interesante, pero es muy importante tenerla protegida del Sol, ya que sus rayos la queman con frecuencia. Además, se debe de plantar en sustratos o suelos que tengan un excelente drenaje. La Rhopalostylis sapida odia el encharcamiento, por lo que para que esté contenta siempre va a ser mejor mezclar la tierra que tengamos con pómice, arena de río lavada, bolas de arcilla expandida, o similares.
En cuanto al riego, deberemos de regarla unas 2-3 veces por semana en verano y cada 4-6 días el resto del año, no más. Si la tenemos en maceta con un plato debajo, le quitaremos el agua que haya sobrado a los diez minutos de haberla regado.
Por último, no tendremos que preocuparnos en exceso por el frío: soporta bien hasta los -4ºC.